Es muy doloroso entregarse a alguien en cuerpo y alma, rebajarse, llorarle un "te quiero", ver claramente en una sola persona la cristalización de tus ideales, reflejo quizás de lo que nuestra madre fue siendo joven. Ahora, ni siquiera nosotros mismos podemos denominarnos todavía como jóvenes. ¿Somos jóvenes aún? ¿Somos todavía jóvenes? Mis padres_ Julián meditaba_ son muy mayores, y lo que no quiero es vivir a su costa.
_ Pues conozco a muchos que viven a costa de sus padres. Hay padres que pueden permitírselo. ¿Verdad, Nurita?_ ¿Dónde se había quedado Nurita?... María José echaba un pequeño sorbito a su cerveza y seguía el tema de conversación. Cuando María José entraba en la vida de uno, siempre se encontraba un tema de conversación._ Yo, por desgracia, perdí bien joven a los míos. Pero conozco a alguno, que "para y vámonos." Que a veces, teniendo padres todavía, ni los tratan bien. Como uno que yo me sé, que vive con su madre viuda. Todavía, hasta le levanta la mano. ¿Tú crees que se puede consentir eso? Todavía me pongo en su pellejo, en el de ese infeliz_ proseguía Marijose- tenía alma de novelista-.
"Le dio rabia, y le entró como una especie de asco cuando la vio temblar, a la mi pobre, una pobre madre que tiene que sufrir como su propio hijo le pega mientras oye sus gritos, no los propios cuya vergüenza reprime, si no los del vástago.... ¿Cuándo entenderán que él, una inteligencia de las más preclaras_ en esas Marijosé se apoderaba del pequeño escenario improvisado e inspirador que formaban las entrañas del Bush-Bareto, y así como recostada sobre un antebrazo contra el cutre mostrador lleno de viejas marcas de vaso y el vaso de birra en esa mano, y haciendo aspavientos con la otra levantaba su otra corta extremidad como pretendiendo ser un molino de viento. En fin, que también era teatro- aficionada, y gustaba de interpretar todo lo que contaba._ ¡Una inteligencia de las más preclaras!_ repetía y exclamaba a un tiempo, Marijose, en el instante en que se metía en las entretelas de aquel monstruo, posiblemente algún vecino del cual estaba hasta la coronilla por los numeritos que montaba. La próxima vez que le oyera pensaba llamar a la policía._ ¡Preclara! ¡Preclara! ¡No sé si entendéis ese vocablo! Pero yo solito puedo salir de mis problemas y solucionarme la vida. Sólo necesito que me dejes en paz ¡vieja del demonio! Sólo necesito a la gente de mi partido, no sé si te enteras. Que deje a ese gente ¡me dice la vieja idiota! Que me estoy haciendo un violento ¡Qué violento ni que violenta! Tú_ grita con dedo acusador señalando a su madre, la cual acurrucada en una banqueta en la cocina esconde la cabeza en el delantal_ Tú sigue votando ¡a los curas! Y ¡a las monjas!. A mí los únicos que me entienden son los obreros_ "Será por lo mucho que trabajas" pensaba la madre para sus adentros._ ¡El proletariado! La gente de mi partido. Ellos son los únicos que entiendo, que quiero entender, y que me apoyan"
Marijosé hizo un impás, dejó el desdoblamiento a parte_ Y después de ese punto, al tiempo que posaba en la parte mínimamente limpia de la barra minúscula del Bush.Bareto su vaso, se interrumpió a sí misma_ ¡Pero bueno! ¿A qué hora empieza la gente a venir por aquí?
Entonces, respondió la voz del barman. _ A ver. Las doce del medio día es una hora rara. Los coloquios de intelectuales, las lecturas de versados en la materia que sea, los recitales de poesía improvisados, el rap ese que se escucha por ahí; pero que aquí en España todavía no ha calado; Esas cosas suelen ser como a partir de las ocho de la tarde más o menos.
_ Pues yo así._ Suspiró Marijose:_ De verdad, que no puedo seguir.
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